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Evangelio del XXI Domingo del Tiempo Ordinario, según San Agustín: Nuestra patria se halla arriba (Lc 13, 22-30)

Hoy el Evangelio nos hace una pregunta que pocos se hacen en estos días: ¿son pocos los que se salvan? Parece que ya hemos olvidado la pregunta transcendente, que supone mirar cuál es el destino del ser humano.

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Por eso, hoy San Agustín nos invita a que no dejemos caer en saco roto esta pregunta porque ancho y espacioso es el camino que lleva a la perdición. Por eso, nosotros debemos vivir mirando a nuestra auténtica patria: el cielo.

¿Cómo lo debemos hacer? Nos lo recuerda San Agustín diciendo: que hablen nuestros hechos, nuestra hospitalidad. No debemos olvidarnos de nuestra patria, pero sin dejar de atender nunca a nuestros hermanos.

Hoy el Evangelio hace una pregunta que lleva a preguntarse sobre el destino del ser humano: ¿son pocos los que se salvan?

Mirando al cielo

Aún recordáis la cuestión que hace poco nos propuso el Evangelio. Preguntaron al Señor: ¿Son pocos los que se salvan? (Lc 13,23). ¿Qué respondió a esto? No dijo: «No son pocos, sino muchos los que se salvarán». No fue esa su respuesta. ¡Qué respondió, pues, a la pregunta de si eran pocos los que se salvarían? Esforzaos en entrar por la puerta estrecha (ib., 24). Habiendo escuchado el Señor la pregunta: ¿Son pocos los que se salvan?, lo confirmó (Lc 13,23-24).

Por una puerta estrecha entran pocos. El mismo Señor dijo en otro lugar: Estrecho y angosto es el camino que lleva a la vida, y pocos entran por él. Ancho y espacioso es el que conduce a la perdición, y son muchos los que caminan por él (Mt 7,13-14).

¿Por qué sentimos alegría frente a las multitudes? Oídme vosotros, los pocos. Sé que sois muchos, pero obedecéis pocos. Veo la era, pero busco el grano. Cuando se trilla en la era, el grano apenas se ve; pero llegará el tiempo de la bielda. Son pocos, pues, los que se salvan en comparación de los muchos que se pierden, pero estos pocos han de constituir una gran masa. Cuando venga el aventador trayendo en su mano el bieldo, limpiará su era, recogiendo el trigo en el granero, para quemar la paja en el fuego inextinguible (Mt 3,12). No se burle la paja del trigo.

Esto es hablar verdad y no engañar a nadie. Sed muchos entre los muchos, pero sabiendo que en comparación de cierta clase de muchos sois pocos, porque de esta era ha de salir tanto grano, que llene los graneros del cielo, pero no puede contradecirse quien dijo que son pocos los que entran por la puerta estrecha y muchos los que entran por el camino ancho.

¿Puede contradecirse quien en otra ocasión dijo: «Vendrán muchos de oriente y de occidente? (Mt 8,11). Vendrán muchos, sí, pero en otro sentido pocos. Pocos y muchos. ¿Unos serán los pocos y otros los muchos? No, sino que los mismos pocos que son muchos, serán pocos en comparación con los condenados y muchos en la compañía de los ángeles».

Que hablen los hechos

Hermanos míos, si hablo a granos, si los predestinados a la vida eterna comprenden lo que digo, hablen con los hechos, no con la boca. Practicad la hospitalidad; por ella alguien llegó a Dios. Recibes al peregrino de quien también tú eres compañero de viaje, puesto que todos somos peregrinos. Pero cristiano es el que se reconoce peregrino en su propia casa y patria: Nuestra patria se halla arriba; allí no seremos huéspedes, mientras que aquí todos lo son, incluso en su casa.

Sermón 111,3

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