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El misionero agustino P. Basilio Mateos, declarado ciudadano ilustre de la ciudad de Nauta, río Marañón (Perú)

El consistorio ha reconocido con este galardón "la extraordinaria y ejemplar labor pastoral, cuarenta años de evangelización de los pueblos amazónicos, en la jurisdicción de la Parroquia de San Felipe y Santiago", en la provincia de Loreto-Nauta, en la selva de Perú.

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El P. Basilio Mateos nació el 6 de abril de 1943 en Santa Croya de Tera (Zamora-España), y es el menor de 13 hermanos.

Lleva cincuenta años trabajando como misionero en el Vicariato Apostólico de Iquitos (Perú), territorio encomendado por la Santa Sede a la Orden de San Agustín. Casi todo este tiempo ha vivido el P. Basilio en la misión de la Parroquia de Nauta, lugar donde se une el río Ucayali con el río Marañón y comienza a llamarse río Amazonas.

La ciudad de Nauta

Nauta es una ciudad de 20 mil habitantes, capital de la Provincia de Loreto. La parroquia, atendida por los misioneros agustinos, comprende unos 70 pueblos en la ribera de los varios ríos que entran en su territorio y en la carretera que desde hace pocos años une Nauta con la ciudad de Iquitos, capital del Departamento de Loreto.

La parroquia está divida en zonas, tanto en la ciudad como en los pueblos de los ríos. Uno de los grandes retos pastorales es que cada una de estas áreas tenga sus respectivos responsables pastorales, que, coordinados desde la parroquia, trabajen siguiendo el plan pastoral del Vicariato Apostólico de Iquitos.

El ayuntamiento de la ciudad peruana de Nauta ha declarado ciudadano ilustre al misionero agustino P. Basilio Mateo.

En una entrevista realizada recientemente en «Astorga Misionera», el P. Basilio afirmaba que una de las claves de la evangelización en este contexto es «no pretender llevarle nuestros estilos de vida y pensar que lo nuestro occidental es mejor que lo de ellos. La tentación primera es querer cambiar las cosas rápido y, como decía, pretender enseñar. En este sentido lo primero al llegar es ver y escuchar mucho con paciencia».

«La misión es sobre todo acompañar, amar y servir con fe y con alegría, y con esperanza -explica-: Saber estar con ellos y cercanos a ellos, aunque no comprendamos su cultura y sus costumbres, lo cual nos va a llevar mucho tiempo. Por eso la misión de unos meses o de uno o dos años encontrará muchas limitaciones y frecuentes errores. Nunca llegamos a comprender del todo su cultura, aún desde la perspectiva intercultural. Es fundamental transmitir a Jesús (la fe cristiana), y no querer transmitirnos nosotros mismos a los demás con nuestros estilos y modos».

Cincuenta años de dedicación y entrega a este pueblo amazónico, tanto en lo espiritual como en lo material; con niños, jóvenes, hombres y mujeres, familias, tanto de cultura ribereña como de cultura Cocama. Toda una labor que le ha sido reconocida nombrándole Hijo predilecto de la ciudad de Nauta.

 

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