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Lo recibió para recomendar los medicamentos, no las heridas (Lc 3, 15-16)

En este domingo estamos celebrando el Bautismo del Señor. Por el bautismo formamos parte de la Iglesia y quedamos limpios del pecado.

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Podemos ver cómo incluso el más grande entre los nacidos de mujer, Juan el Bautista, necesitó el bautismo para poder vivificarnos en Cristo Jesús. El mismo Juan Bautista reconoce que necesita ser bautizado por Jesús. Entonces, ¿por qué se bautizó Jesús?

San Agustín nos lo explica, con las siguientes palabras, diciendo que así nos enseña la necesidad que tiene todo enfermo de medicamentos y nos muestra el camino de nuestra salvación.

En la solemnidad del Bautismo del Señor, recordamos que con este sacramento pasamos a formar parte de la Iglesia y quedamos limpios de pecado.

“¿También aquel Juan de quien estabas hablando nació con pecado? Sólo hallarás que haya nacido libre del pecado aquel a quien encuentres que no ha nacido de Adán. No podrás arrancar de la mano de los fieles esta afirmación: Por un hombre entró la muerte y por un hombre la resurrección de los muertos. Como en Adán mueren todos, así también todos son vivificados en Cristo. Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así pasó a todos los hombres. Si estas palabras fuesen mías, ¿podía haber encontrado otras que lo expresaran más clara, más evidente y más plenamente? Así pasó a todos los hombres, pues todos pecaron en él. Tú, haz de Juan una excepción; si consigues separarlo de los hombres, si consigues desvincularlo del único cauce de la propagación humana y del abrazo del varón y la mujer, lo desvincularás también de esa afirmación.

Pues el que quiso ser separado de ella se dignó venir a través de una virgen. ¿Por qué me obligas a discutir sobre los méritos de Juan? Estando aún en el seno, saludó al Señor; pero pienso que saludó a aquel de quien deseaba la salud. No busca tu defensa perniciosa. Cuando el Señor se acercó a ser bautizado por él, dijo consciente de su enfermedad: Soy yo quien debo ser bautizado por ti. Iba, pues, el Señor a ser bautizado para recomendar la humildad incluso con su bautismo y al mismo tiempo hacer sagrado el sacramento, porque lo recibió en su edad madura, igual que, cuando niño, la circuncisión. Lo recibió para recomendar los medicamentos, no las heridas. Pero a Juan, en cambio, de haber estado limpio de toda culpa, ¿qué le habría impulsado a decir: «Soy yo quien tiene que ser bautizado por ti, si nada había en él que necesitase curación o limpieza? Reconociéndose él deudor, ¿le descargas tú de las deudas para que queden sin pagar? Yo soy -dice- quien debe ser bautizado por ti; tengo necesidad, me es necesario. También esto le fue concedido allí; pues, cuando el Señor bajó al agua, no quedó Juan excluido del agua. ¿Qué necesidad tenemos de más cosas? Cese ya, si es posible, de llevar la contraria ese pendenciero, porque el Salvador libró incluso a su propio heraldo”.

Sermón 193, 12

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