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Evangelio del V Domingo de Cuaresma, según San Agustín: ``Solo quedaron allí dos, la miserable y la misericordia`` (Jn 8, 1-11)

En el evangelio del V domingo de Cuaresma, vemos la imagen de la pecadora que es llevada ante Jesús. Podemos ver dos maneras de enfrentarnos a los pecadores: con una mirada de misericordia para perdonar o con una mirada justiciera para condenar.

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Dios siempre nos mira con infinita misericordia para ayudarnos a mejorar. No le gusta el pecado, pero mira con amor a la persona que se equivoca y pide ayuda para cambiar. En la reflexión de hoy San Agustín sobre el evangelio del V domingo de Cuaresma, abre nuestros ojos para que no seamos tan justicieros, sino que intentemos ayudar a los demás cuando se han equivocado, como también nosotros necesitamos de la misericordia de Dios.

En el evangelio del V domingo de Cuaresma, vemos la imagen de la pecadora que es llevada ante Jesús. ¿Qué dice San Agustín de este texto?

¿Qué, pues, respondió el Señor Jesús? ¿Qué respondió la Verdad? ¿Qué respondió la Sabiduría? ¿Qué respondió la Justicia misma, contra la que se preparaba la intriga? Para no parecer que hablaba contra la Ley, no dijo: «No sea apedreada». Por otra parte, ni hablar de decir «Sea apedreada», pues vino no a perder lo que había encontrado, sino a buscar lo que estaba perdido. ¿Qué respondió, pues? ¡Ved qué respuesta tan llena de justicia, tan llena de mansedumbre y verdad! El que de vosotros está sin pecado, afirma, contra ella tire el primero una piedra. ¡Oh respuesta de sabiduría! ¡Cómo les hizo entrar dentro de sí mismos! Fuera, en efecto, inventaban intrigas, por dentro no se escudriñaban a sí mismos; veían a la adúltera, no se examinaban a sí mismos. Los prevaricadores de la Ley ansiaban que la Ley se cumpliera, y esto inventando intrigas; no de verdad, como condenando el adulterio con la castidad.

Misericordia

Ahora el Señor escribía ya en la tierra, porque buscaba fruto. Habéis oído, pues; cúmplase la Ley, lapídese a la adúltera; pero ¿acaso castigando a aquélla van a cumplir la Ley quienes deben ser castigados? Si decía: «No sea lapidada la adúltera», quedaría convicto como injusto; si decía: «Sea lapidada», no parecería apacible; apacible y justo diga lo que debe decir. El que de vosotros está sin pecadocontra ella tire el primero una piedra. Ésta es la voz de la Justicia: «Castíguese a la pecadora, pero no por pecadores; cúmplase la Ley, pero no por prevaricadores de la Ley». Ésta es en absoluto la voz de la Justicia; ellos, heridos por esa Justicia como por un dardo grande cual una viga, tras mirarse a sí mismos y hallarse reos, se retiraron todos uno tras otro. Solo quedaron allí dos: la miserable y la Misericordia. El Señor, por su parte, tras haberlos herido con el dardo de la justicia, no se dignó ni siquiera mirar a los que caían, sino que, apartada de ellos la mirada, de nuevo escribía en la tierra con el dedo.

No te condeno

Pues bien, abandonada sola la mujer y, tras marcharse todos, levantó sus ojos hacia la mujer. Hemos oído la voz de la Justicia; oigamos también la de la Mansedumbre. Y, porque ella había oído esto: El que de vosotros está sin pecadocontra ella tire el primero una piedra, esperaba ser castigada por ese en quien no podía hallarse pecado. Por su parte, quien con lengua de justicia había repelido a sus adversarios, tras levantar hacia ella ojos de mansedumbre, le interrogó: ¿Nadie te condenó? Respondió ella: Nadie, Señor. Y él: Tampoco te condenaré yo. ¿Qué significa, Señor? ¿Fomentas, pues, los pecados? Simple y llanamente, no es así. Observa lo que sigue: Vete, en adelante no peques ya. El Señor, pues, ha condenado, pero el pecado, no al hombre.

Comentario al evangelio de San Juan 33, 5-6.

 

 

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