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Fiesta de la Sagrada Familia y de la familia sagrada

Este año, los católicos celebran el día 30 de diciembre, la fiesta de la Sagrada Familia, que hace referencia a Jesús, María y José. Es una fecha importante dentro del calendario litúrgico, y que tiene lugar en torno a la Navidad.

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En dicha celebración tenemos presente que, el nacimiento, crecimiento y desarrollo de la vida de Jesús, el Hijo de Dios, ha tenido lugar dentro de una familia concreta, en un momento determinado de la historia de la humanidad.

En los relatos de los evangelistas Mateo y Lucas, donde se habla de la infancia de Jesús, se nos presentan algunos momentos de la vida de la Sagrada Familia. Así, podemos constatar que dicha familia vive y actúa como cualquiera de las de su tiempo.

El 30 de diciembre, la fiesta de la Sagrada Familia que tiene lugar en torno a la Navidad que muestra como modelo a Jesús, María y José.

Los tres miembros que la integran siguen las tradiciones, cultura y fe de su pueblo, el pueblo judío. Y es que Dios quiso hacerse uno de nosotros, y como nosotros, en una familia.

La Sagrada Familia

Es la de Jesús, la que forman él junto con María y José. De sus padres recibiría Jesús la educación, los valores, las vivencias de fe, la creencia en un Dios origen del mundo y liberador de la esclavitud. En esta familia también se hablaría de la espera en la llegada del Mesías, del Salvador. En su familia, Jesús «crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).

Un crecimiento que tiene que ver con su mente (sabiduría), cuerpo (estatura) y espíritu (gracia). Tres aspectos fundamentales para que cualquier ser humano se sienta pleno y viva en plenitud cada momento de su vida. A esto hay que añadir la presencia constante del Dios de Abrahám, Isaac y Jacob en medio de la vida cotidiana de la Sagrada Familia de Nazaret.

Es en este ambiente donde vive y se desarrolla Jesús, recibiendo de sus padres aquello que luego fue capaz de predicar y poner en práctica ¿Dónde podría haber aprendido a amar, a perdonar, a pensar antes en los demás que en uno mismo, a entregar la vida por una causa justa? Pues en su círculo más cercano, en la familia.

Como dijo el papa San Pablo VI, durante su visita a Nazaret en el año 1964: «Nazaret es la escuela de iniciación para comprender la vida de Jesús. La escuela del Evangelio». De ahí que se pueda decir que la familia de Nazaret es la primera semilla evangelizadora.

La familia sagrada

Para nosotros, la familia es sagrada. Cuando se nos pregunta qué es lo más importante en la vida, la familia aparece como lo primero. Y, esto, tanto si hemos sido felices en ella como si no lo hemos sido. Porque, en ambos casos, la familia es algo crucial, fundamental para el desarrollo, maduración y sentido del ser humano, o de todo lo contrario.

Dentro de las familias se han hecho grandes cosas, buenas y constructivas, pero también malas y destructivas. ¿Quién no tiene presente a personas que han dado su tiempo, cualidades, amor, trabajo, en definitiva, toda su vida por la familia? ¿Quién no sabe de personas que en su familia solo han pensado en sí mismas, han sido mezquinas, violentas, egoístas?

Si somos sinceros, e intentamos ser honestos, tendremos que admitir que en todas las familias hay cosas buenas y malas. Porque la bondad y la maldad, la gracia y el pecado, siempre están presentes, en mayor o menor medida, en nuestras familias.

En estos momentos de globalización, de cultura postmoderna, nos encontramos con la relativización de las cosas, los cambios en los valores. Y esto tiene mucha influencia en la forma de vivir y entender la familia. Actualmente podemos ver que, el término “familia”, se aplica a una variedad de formas de agrupación humana.

Celebremos el amor en familia

Por eso, lo importante en esta fiesta de la Sagrada Familia es acordarnos de la familia en la que nacimos, y de la que formamos parte ahora. Hacer presente a las personas que, desde pequeños, nos han acompañado. Que han sido, o están siendo, significativas en nuestro crecimiento y desarrollo, tanto mental, como corporal y espiritual. Aprovechemos para dar las gracias, pedir perdón, renovar los lazos de encuentro, de amor.

Es un buen día para hacer de la familia de Jesús un modelo y guía para toda familia humana. Volver la mirada y el corazón a la casa de Nazaret, a la Sagrada Familia de Jesús, José y María. Hacer de este fabuloso ambiente de amor y vida un punto de referencia fuerte, estable y acogedor para cada ser humano.

Y, fijándonos en San Agustín, Fr. Enrique Eguiarte, OAR, nos señala que, para el obispo de Hipona, lo importante es el amor vivido en familia, que convierte a la misma familia en una “escuela de amor”. En donde, en nombre del amor, se vive el perdón, la reconciliación, el servicio, la escucha, la compasión y comprensión, aprendiendo a llevar las cargas los unos de los otros, para cumplir la ley de Cristo. Un amor que vence el mal no con el mal, sino con la fuerza del bien. Un amor que sabe que solo el amor lo vence todo.

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