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Cuatro días que cambiaron la Historia: Domingo de Resurrección

Con la celebración del Domingo de Pascua se pone fin a la Semana Santa, situando la Resurrección en el centro del mensaje del Evangelio.

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Podríamos decir que durante mucho tiempo fue solo eso, unos días más de vacaciones. Unos días para ir al pueblo, ver a la gente «disfrazada» y otra vez a la rutina. Quizás pudo deberse a que no la entendía, o igual que no lo enfocaba como tenía que hacerlo.

Con el tiempo, empezaron a surgir dudas en mi cabeza, consciente de que tenía que haber algo mucho más grande tras ese madero. ¿Por qué lo hiciste, Jesús? «Murió y resucitó por ti» Pero, ¿por qué iba a hacerlo por mí, si no me conocía? Y ¿cómo resucitaste? ¿Qué hiciste mientras? ¿Mereció la pena? ¿Volverías a hacerlo? Cuando dejaste que te crucificaran, ¿sabías el plan de Dios?

Con la celebración del Domingo de Resurrección termina la Semana Santa y comienza el tiempo de Pascua que se prolongará hasta Pentecostés.

Algunas (por no decir todas) preguntas siguen dando vueltas, y me sigue enamorando ponerlas a los pies de la cruz, mirarle y hablarlo con Él. Escucharle y es que me parece algo increíble. Dilo conmigo en alto y párate por un momento a repetirlo las veces que haga falta. Piensa bien en lo que estás diciendo: Resucita. Cristo resucita y resucita por ti, por él, por tu vecino, para salvarnos de la muerte y que vivamos con Él en un Reino que no tiene fin. Ya lo dice una famosa canción compuesta por un sacerdote español: La muerte no es el final. No es una duda, una posibilidad abierta para unos pocos, sino que confiamos en Tu palabra con la certeza de que Tú ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz.

Resucitar contigo

Qué bonito, Señor, lo que debieron sentir aquellos que fueron al sepulcro a llorarte y se encontraron con un Cristo radiante, reluciente, vencedor de las tinieblas, poderoso. Qué bonito terminar nuestro paso por esta vida y tener la certeza que estarás ahí preparado para tendernos la mano y romper las cadenas que nos atan. Un Dios que les siguió y nos sigue acompañando, como un amigo fiel, como un Padre y como alguien que supo resucitar, renovarse ante el sufrimiento. Qué bonito que volvieras victorioso, y que disfrutemos contigo cada uno de nuestros días. Qué bonito resucitar algún día contigo.

Clara de Mingo

Grupo de Jóvenes de la Parroquia Santa María de la Esperanza

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