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``Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él`` (Jn 6, 24-35)

Después del milagro de la multiplicación de los panes el Evangelio de San Juan nos presenta el discurso sobre el pan de vida y lo vamos a ir profundizando durante varios domingos. Hoy Jesús les dice a los discípulos que le buscan porque han comido hasta saciarse y, poco a poco, les va explicando el significado del verdadero alimento para nuestra vida.

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Es cierto, que tenemos que satisfacer las necesidades materiales, pero no podemos reducir nuestra vida a esas necesidades.

Después del milagro de la multiplicación de los panes el Evangelio de San Juan nos presenta el discurso sobre el pan de vida.

Jesús quiere hacer ver a sus discípulos y a nosotros que hay otra hambre perentoria para nuestra vida, el alimento espiritual. Pues, aunque necesitamos los alimentos para nuestro sustento, dado que somos seres corporales y debemos satisfacer las necesidades de nuestro organismo, no podemos olvidar que somos también seres espirituales, por lo que precisamos otro alimento indispensable, el alimento que nos viene de Dios: el pan de vida. Jesús es el verdadero pan de vida que baja del cielo y da vida al mundo. La Eucaristía es este alimento espiritual que nos da vida, es el verdadero pan del cielo, el que come de este pan vivirá para siempre.

Conviene que nos saciemos precisamente de este pan, para no tener ya más hambre ni sed. Si vivimos unidos a Jesús y creemos en él, no tendremos ya más hambre, pues él alimenta todo nuestro vivir. No sé si tenemos verdadero deseo de ese pan, o si saciamos nuestra hambre solamente con las migajas y, por eso, parece que nos morimos solamente de pan, pues no nos nutrimos con el pan que da vida al mundo, sino de las cosas temporales, por eso siempre estamos insatisfechos y, en vez de estar colmados, nos encontramos vacíos.

La conclusión es clara para este tiempo de vacaciones, que dediquemos algún momento para la escucha de la Palabra, que nos alimentarnos del pan de la Palabra de Dios y que sigamos también alimentándonos de la Eucaristía, verdadero y auténtico para de vida, para nuestra alma.

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