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Cuatro días que cambiaron la Historia: Viernes Santo

Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección. Cuatro días que cambiaron la Historia y que cada año los cristianos celebramos para recordar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Ofrecemos una reflexión de cada uno de estos días, desde la perspectiva de la espiritualidad agustiniana, con la intención de que ayuden al lector a entender mejor su fe y a vivir con más sentido estos días. La reflexión de hoy es de una madre de familia.

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Estamos ante un Viernes que no es un viernes cualquiera, es Viernes Santo. Un día lleno de dolor para una madre, que aun conociendo los designios de su hijo, ese viernes se le rompió el corazón. No encuentro palabras para poder expresar todo el dolor que María pudo sentir ese día. Se me parte el alma, de pensar en ello.

Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección. Cuatro días que cambiaron la Historia y que celebramos cada año.

En este día solo podemos estar ahí y acompañar a María en su dolor profundo. El dolor de una madre que pierde a su Hijo amado. Al contemplarla veo un modelo de mujer imposible de imitar, pero sí de admirar. Si vivir la muerte de un hijo es durísima, presenciarla tiene que ser espantoso, porque cualquier madre estaría dispuesta de darlo todo por su hijo, hasta la propia vida. Qué impotencia tuvo que sentir al ver tal atrocidad.

María vio a su hijo abandonado por sus amigos, los apóstoles, flagelado por los soldados romanos, coronado con espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el Monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos. Al preguntarme de dónde pudo sacar tanta fortaleza en ese momento de debilidad extrema, solo encuentro una respuesta, su fe, su oración y la confianza en la voluntad de Dios, que sin poder comprenderla la aceptó.

Solo pido a la Virgen María que nunca nos abandone, porque con su compañía, su fortaleza y su fe, nos da fuerza en los momentos de sufrimiento y dolor del día a día.

Acompañemos a María en este día de silencio frio y desgarrador con un rato de oración.

Marisa Puente Ricoy (madre de familia)

 

Oración de Viernes Santo

En el sufrimiento

supiste callar,

y junto a tu hijo enseñas a amar.

Un Viernes Santo, con gran dolor,

sufre en silencio junto al redentor;

desde esa hora, hora de cruz,

es nuestra Madre, nos la dio Jesús.

 

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