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Evangelio del XXXIII domingo del Tiempo Ordinario, según San Agustín: A los que engendraron de ella no los llamaron paulinos o petrinos, sino cristianos (Lc 20, 27-38)

En este Evangelio, nos encontramos ante una práctica de la ley judía que nos cuesta entender. La práctica de casarse con la viuda del hermano era para proteger a la viuda, para darle hijos que cuiden de ella.

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San Agustín para explicar esta práctica, lo hace a través de la Iglesia. Cristo murió y los apóstoles, sus hermanos, se tienen que encargar de dar nuevos hijos que cuiden de su madre, la Iglesia.

Así, todos los que han nacido en el seno de la Iglesia tiene a Cristo como hermano mayor, en quien tienen a su salvador.

Este Evangelio habla de una práctica de la ley judía que cuesta entender, la de casarse con la viuda del hermano para proteger a la viuda.

No eso nos llamamos cristianos, por seguir a Cristo y vivir en el seno de la madre la Iglesia. Los predicadores, los hermanos de Jesús, no somos los importantes, porque solo Cristo murió en la cruz para nuestra salvación.

Misericordia

La esposa del difunto es la Iglesia que Cristo dejó en manos de los primeros fieles cuando, tras la muerte y resurrección, ascendió hasta el Padre. Para que aquélla engendrara hijos, fue confiada a los apóstoles y a los dirigentes de cada iglesia. Pues en el Evangelio Él llama «hermanos» a los apóstoles, quienes, haciéndose cargo de ella, han de procurar la descendencia, no la suya, sino la de su difunto hermano, por cuyo nombre se denominarán cristianos aquellos que, gracias al evangelio, nazcan teniendo por padres a los apóstoles. Pues en Cristo Jesús -dice Pablo-, mediante el Evangelio, yo os he engendrado. Y es Él quien, manteniendo el nombre del difunto, dice: ¿Es acaso Pablo quien fue crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en nombre de Pablo? Quienquiera que se negare a realizar esta obra de misericordia y no quisiere edificar la casa de su hermano para que perviva eternamente, es como aquello que dice el Apóstol: Sois edificio de Dios. Mediante esta imagen se recomienda que la Iglesia desdeñe a quien rehúsa tan santa y piadosa obra y considere despreciable su persona.

Cristianos

¿Para qué había ordenado esto Dios sino para significar de este modo que hay que dar descendencia al hermano para perpetuar el nombre del hermano? Esta ley se había establecido para que quienes naciesen de esa manera llevasen el nombre del difunto. Cristo murió, y los apóstoles tomaron a su esposa, la Iglesia. A los que engendraron de ella no los llamaron paulinos o petrinos, sino cristianos.

(Ocho cuestiones sobre el Antiguo Testamento VII y Comentario al Sermón 380, 7)

 

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