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Jóvenes agustinianos peregrinan a Santiago de Compostela

Del 6 al 12 de agosto, un grupo de 42 jóvenes agustinianos, peregrinaron a Santiago de Compostela en el año jubilar del Apóstol.
La actividad fue organizada por el Equipo de Vocaciones de la Provincia agustina de San Juan de Sahagún.

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Año tras año, el Camino de Santiago cautiva a cientos de peregrinos por sus impresionantes paisajes y sus exigentes senderos. Las motivaciones que resuenan en el espíritu de cada peregrino son muy variadas. El primer impulso puede ir desde una simple curiosidad gestada hace muchos años, hasta motivos profundamente religiosos o existenciales.

Jóvenes agustinianos en Santiago de Compostela

Para los creyentes, el Camino de Santiago es un contexto privilegiado que permite restaurar las relaciones rotas por el pecado. Es un momento adecuado para el encuentro con uno mismo, con los demás, con la naturaleza y, sobre todo, con Dios. Como se puede ver, aspectos muy relacionados con la espiritualidad agustiniana, que hacen que el peregrino viva la experiencia del caminante que va en búsqueda del sentido de la vida, como así lo hizo San Agustín.

De esta manera, el pasado 6 de agosto de 2022, un grupo de jóvenes aventureros, procedentes de distintos puntos de España, con gran alegría y entusiasmo, se reunieron en las instalaciones del Colegio San Agustín de Madrid, para recibir la bendición del peregrino. De esta manera, preparados física y espiritualmente, emprendieron viaje hacia Sarria (Lugo), lugar que marcaría el  punto de inicio de la travesía hacia la tumba del Apóstol, siguiendo las huellas de miles de peregrinos que han transitado por las sendas del Camino Francés.

El día a día de los peregrinos

La jornada se iniciaba muy temprano cada mañana. Emprendían el camino con ánimo y disposición de espíritu, tras tomar el desayuno y realizar una oración preparada por el equipo de vocaciones. Habitualmente, a media jornada, tomaban una merienda para recuperar fuerzas y poder avanzar hasta el próximo albergue designado. Al llegar al destino propuesto para cada etapa, y después de la comida, los jóvenes preparaban todo lo necesario para celebrar la Eucaristía. Finalmente, cada jornada culminaba con la cena y un tiempo para compartir las vivencias del día.

El camino no fue sencillo. A medida que pasaban los días, el cansancio y las ampollas no tardaron en aparecer. Sin embargo, esto no mermó el buen ánimo de estos peregrinos. A pesar de las dificultades, cada día encontraban motivos para levantarse con una sonrisa, dar gracias a Dios por lo vivido y ofrecer lo que estaba por venir.

Las etapas presentadas por el Camino se fueron superando una tras otra y, casi sin darse cuenta, se encontraron a la puerta de la ciudad de Compostela. Y así, estos valientes jóvenes realizaron su entrada en la Plaza de Quintana, y a los pies de la imponente Catedral, brotaron las lágrimas, los abrazos y las sonrisas. Frente a la admiración de quienes les rodeaban, daban testimonio ante el mundo de que Cristo ha resucitado, está vivo y se encuentra entre nosotros.

Las peregrinaciones hacia la tumba del Apóstol, tienen por objeto nuestra reconciliación con Dios, el perdón de los pecados y el propósito de ser mejores personas. Se ha culminado una ruta, pero el Camino apenas empieza. ¡Buen Camino!

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