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El SARCU (Servicio de Asistencia Religiosa Católica Urgente) es una iniciativa de la Archidiócesis de Madrid y en él colaboran los agustinos desde su inicio, en mayo de 2017

El Servicio de Asistencia Religiosa Católica Urgente funciona por las noches, de 22:00 horas a 07:00 horas y atiende a las personas en casos urgentes, no siempre graves, que requieren la atención de un sacerdote. El contacto es, en un primer momento, telefónico, pero hay ocasiones en que el sacerdote se desplaza al lugar desde donde le llaman.

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En el SARCU colaboran muchos sacerdotes de la diócesis y religiosos de distintas órdenes y congregaciones, que aportan a este servicio la riqueza de los diferentes carismas de la Iglesia.  Actualmente hay varios religiosos sacerdotes de la Orden de San Agustín que dan su tiempo en este servicio de la Pastoral de la Salud diocesana.

El P. Javier Antolín explica que, en los más de tres años que lleva en el SARCU, solo ha tenido que salir en dos ocasiones. El resto del tiempo la labor ha sido de escucha y acompañamiento a través del teléfono. “En general, la gente después de que le has atendido se muestra muy agradecida -afirma el P. Javier-. A veces te encuentras con personas desesperadas, con algún problema serio, pensamientos negativos y de suicidio, pero no es difícil reconducirlas hacía una situación donde puedan descubrir la esperanza o el sentido de la vida”.

El SARCU es totalmente anónimo. Las dos personas que hablan no saben quién está al otro lado del teléfono. Para el sacerdote es un inconveniente, pues desconoce las circunstancias de su interlocutor, pero también ofrece más libertad a quien llama para compartir lo que le angustia.

El P. José Luis del Castillo, que es otro de los sacerdotes agustinos que está en el SARCU, añade sobre el tema del anonimato que “a pesar de no ver el rostro de la persona y no saber su trayectoria religiosa, se trata de presentar un rostro acogedor y esperanzado del Dios de Jesús, de la Iglesia, pero con ese filtro tan importante que supone no estar cara a cara”.

El Servicio de Asistencia Religiosa Católica Urgente es una iniciativa de la Archidiócesis de Madrid y en él colaboran los agustinos desde mayo de 2017.

Concluido el turno de cada noche, lo habitual es que el sacerdote elabore un informe y lo remita a las personas que coordinan este servicio diocesano, de tal manera que se pueda realizar un seguimiento de cada caso y derivarlo, si es necesario, a las parroquias, a Caritas, o a otra institución.

Para mucha gente la noche se hace muy larga, por eso el P. Javier indica que “a veces uno piensa que el SARCU se ha convertido en una especie de teléfono de la esperanza. Durante el confinamiento ha llamado mucha gente con miedo, sola, que necesita que alguien le escuche. En situaciones así pienso en por qué la gente no acude a su parroquia a hablar con el sacerdote. Me pregunto si en las parroquias no sabemos ser acogedores o cercanos”.

El mismo P. Javier señala que “una de las cosas que más me ha sorprendido en todo este tiempo es la confianza que tienen en el sacerdote, no solamente las personas mayores, sino gente más joven sin una formación religiosa, para quienes el sacerdote continúa siendo un referente moral”.

También se encuentran, indica el P. Tomás Marcos, sacerdote agustino que colabora con el SARCU, con aquellos que llaman ante la muerte inminente de un familiar solicitando el sacramento de la unción de los enfermos: “En este caso los familiares suelen quedar muy agradecidos, porque se ven desesperados por la agonía de un familiar, y por lo que supone la molestia de salir de noche (mucho más en estos tiempos de coronavirus)”. “Solemos pedirles que se pongan en contacto con su parroquia -señala- de modo que tengan un punto de contacto permanente y se vean asistidos más cercanamente. Porque no todos nos dan su nombre y dirección”.

El P. José Luis del Castillo subraya también el bien espiritual que le hace a uno el estar en contacto con situaciones de vulnerabilidad. “Siempre se aprende con todo -insiste-, pero es una experiencia que te hace reconocer la fragilidad y angustia de tantas personas, su quiebra emocional y también las situaciones y emergencias que nos pueden surgir en la vida y que de antemano ni sospechamos”.

En este servicio desinteresado a través del SARCU, los agustinos ofrecen su carisma particular de una forma concreta pues “nos hace sentir con la Iglesia y estar a su servicio -apunta el P. José Luis-, aunque sea en algo que puede parecer tan pequeño e irrelevante, pero que creo que es una acción espiritual que entronca con el querer de san Agustín. Asimismo, y en línea con la espiritualidad agustiniana, quizás nos ayude a entender la importancia de la interioridad, del equilibrio emocional que esta supone, y desde el que poder ayudar a los demás. También espero que la experiencia de comunión y fraternidad que procuramos vivir, y que nos marca, se perciba a la hora de atender y reconocer al otro como hermano, llamados todos a formar esa comunión fraterna que solicita el Reino y que quería Agustín”.

Madrid es una diócesis con muchas personas y recursos de todo tipo, pero la noche, a veces, se torna demasiado larga y la soledad se hace aún más dura cuando no existe la luz.

Y, para esto nació y continúa su camino el SARCU, para ofrecer la Luz a quien la necesita.

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