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Mártires agustinos del S.XX: testimonio de fe en tiempos de violencia

Mons. Anselmo Polanco, OSA, y un centenar de agustinos, fueron martirizados durante la Guerra Civil Española por ser seguidores de Jesús y pertenecer a la Iglesia.

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El día 7 de febrero, en la liturgia agustiniana se recuerda al beato Mons. Anselmo Polanco OSA, obispo de Teruel y, el día 6 de noviembre, al casi centenar de religiosos agustinos, a quienes se les quitó la vida por ser cristianos y formar parte de la Iglesia. A todos ellos les unía la consagración de la vida a Dios en la Orden de San Agustín y el amor desinteresado a los demás.

Mons. Anselmo Polanco, OSA, y un centenar de agustinos, fueron martirizados durante la Guerra Civil Española por ser seguidores de Jesús.

Ante la cercanía de la Cuaresma, momento en que la Iglesia invita a los cristianos a revisar la vida para intentar ser mejores creyentes, recordar a personas, en este caso religiosos agustinos, que son considerados beatos por la Iglesia, en calidad del martirio que sufrieron por su fe, puede servir para reflexionar sobre la manera de ser cristianos en el momento actual, donde en muchos lugares los cristianos siguen sufriendo violencia y persecución.

El martirio es un tipo de persecución que tiene su dimensión más fuerte y visible en la violencia física, pero la persecución religiosa también se da de forma más invisible o disimulada, en los distintos aspectos de la vida de los cristianos, como puede ser el ámbito familiar, social, económico, político, educativo o de expresión externa de la fe.

La Declaración de los Derechos Humanos, aprobada en diciembre del año 1948, dice en el artículo 18: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.

Han pasado 72 años y este artículo de la Declaración sigue sin cumplirse, pues se estima que hay unos 340 millones de cristianos que son perseguidos en todo el mundo. Según el informe de la organización “Puertas abiertas. Sirviendo a los cristianos perseguidos” en el año 2021, uno de cada seis cristianos sufrió persecución en África, uno de cada cinco en Asia y uno de cada doce en América Latina.  Asimismo, 4.761 cristianos fueron asesinados, 4.488 templos recibieron ataques y 4.277 cristianos resultaron detenidos.

Los mártires agustinos que estamos recordando de la década de los años 30 del siglo pasado, vivieron en unas circunstancias de violencia contra ellos y dieron testimonio de su fe llegando a dar la vida por ello. En el momento actual, las circunstancias son diferentes, pero la violencia y la persecución siguen existiendo.  Son momentos también para dar testimonio de la fe. A lo mejor no se exige dar la vida de forma física, pero sí se puede participar en organizaciones que se preocupan de esta realidad; reflexionar, rezar por los que sufren la violencia; adherirse a manifiestos, campañas sobre cristianos concretos o iglesias perseguidas; y defender en el lugar donde uno vive el respeto a la libertad religiosa, que se manifieste en los diversos ámbitos de la vida pública.

La fidelidad que manifestaron hacia su fe los beatos Mons. Anselmo Polanco y el resto de los religiosos agustinos martirizados, sigue siendo un ejemplo a seguir para todos los religiosos y laicos que viven la espiritualidad agustiniana.

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