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P. Luciano Borg, OSA: ``Intento crear una relación afectiva con ellos, que me permita acompañarles mientras dejan atrás una ideología que durante sesenta años les ha escondido a Dios y por lo tanto, a una parte de su ser”

El P. Luciano Borg, OSA, es uno de los seis agustinos destinados actualmente en Cuba. Secretario y Ecónomo de la delegación agustina en la isla, habla con pasión de su labor como docente y del reto que supone la formación de los catecúmenos en las parroquias.

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En la actualidad la Delegación agustina en Cuba atiende tres comunidades en las que se desarrolla una actividad pastoral a través de las parroquias y educativa, en el Instituto de Estudios Eclesiásticos P. Félix Varela, donde imparte clases el religioso agustino P. Luciano Borg.

La presencia de los agustinos en Cuba se remonta a finales del S.XVI y ha estado marcada por los avatares históricos.

La presencia de los agustinos en Cuba se remonta a finales del S.XVI y ha estado marcada por los avatares históricos de la Isla en tres etapas: desde 1588 a 1842, posteriormente desde 1899 a 1961 y en la actualidad desde 2006. En estos años de nueva presencia los misioneros agustinos, como testigos del Evangelio, comparten la realidad del pueblo cubano, con sus luces y sus sombras, viviendo con esperanza la situación de la Iglesia marcada por la escasez de agentes de pastoral y sacerdotes cubanos así como la falta de recursos y posibilidades pastorales para llevar a cabo la misión evangelizadora.

A través de tres núcleos misioneros, en Chambas, Puerto Padre y La Habana, la Orden de San Agustín está al servicio de la Iglesia y la sociedad cubana, tanto en el ámbito parroquial y como el cultural.

Retos de la evangelización en Cuba

La Delegación de Cuba está formada por seis misioneros, distribuidos en tres comunidades. El P. Luciano Borg, destinado en la de La Habana es también el secretario y ecónomo de la Delegación.

“Tenemos a nuestro cargo tres Parroquias -explica el P. Luciano Borg-. Dos extensas parroquias rurales: la Parroquia de La Inmaculada Concepción en Chambas (Provincia central de Ciego de Ávila) con la atención de 11 comunidades de fe, un dispensario de medicinas, reconstrucción de templos parroquiales, y la Parroquia de San José en Puerto Padre (Provincia oriental de Las Tunas) que atiende a 17 comunidades de fe, 4 comedores sociales, Pastoral de la Salud, etc. Y una  tercera, de ámbito urbano en el casco antiguo de la Habana, la Parroquia del Cristo del Buen Viaje”.

La labor misionera varía, entre las zonas rurales de Chambas y Puerto Padre y la zona urbana de La Habana, pero todas ellas comparten el reto de la formación de los fieles, catecúmenos y los agentes de pastoral.

El P. Luciano habla de la importancia de que las Eucaristías sean auténticas catequesis. A ellas acuden tanto nuevos católicos, como cubanos que asumen también la santería. Por eso, los momentos de encuentro y celebración en las parroquias se convierten en un momento de formación privilegiado que los religiosos agustinos saben que no pueden desaprovechar.

“Desde el inicio de nuestra nueva presencia, los hermanos radicados en La Habana hemos llevado a cabo la misión de evangelización en el restringido campo cultural educativo-formativo colaborando como docentes en el Seminario Arquidiocesano San Carlos y San Ambrosio y en el Instituto Pontificio de humanidades Padre Félix Varela, así como en otras entidades culturales como la CONCUR, el Instituto de Ciencias religiosas María Reina, el Centro Loyola, el Instituto de bioética Juan Pablo II y en revistas cristianas de divulgación nacional”. En este sentido el P. Luciano es consciente de que tiene una gran responsabilidad ofreciendo una formación de calidad que amplíe el horizonte intelectual y espiritual de jóvenes universitarios que están muy condicionados por la formación marxista-leninista recibida hasta el momento. Todo ello, al tiempo que les acompaña como sacerdote y, cuando es posible, como amigo, en un contexto de muchas dificultades.

Testimonio del P. Luciano Borg, OSA

Natural de Malta, el P. Luciano Borg, OSA, lleva los últimos once años viviendo en La Habana, donde se dedica fundamentalmente a su labor como profesor de Filosofía en el Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela, que surgió en el año 2012 impulsado por el cardenal Jaime Ortega, y que fue erigido canónicamente por la Santa Sede, un año después, en 2013. Desde entonces ha habido varias graduaciones de bachilleres y licenciados.

El P. Luciano también da clases de Historia de la Iglesia, Salmos y Patrística, en el Seminario Diocesano de San Carlos y San Ambrosio

Habla de Cuba como si llevara toda la vida allí. Sin embargo, ésta es solo una etapa de la intensa vida de este religioso agustino, que ha sido Provincial de la Provincia de Malta y que ha vivido treinta años en Hipona (Argelia).

En Cuba el wifi falla a menudo. Por eso, una de las tareas que le mantiene ocupado durante su estancia en España, es descargar bibliografía para una biblioteca digital que está preparando.

Habla media docena de idiomas, entre los que se encuentra el árabe, y a sus setenta y ocho años sorprende su espíritu joven y la pasión con la que explica que es la Filosofía la que conduce a la fe a sus alumnos cubanos.

“Estoy muy orgulloso de ser agustino -afirma-, porque veo cómo los estudiantes reaccionan frente a San Agustín y cómo se enamoran de él, de San Agustín”.

La Orden de San Agustín colabora con el Instituto Varela, un proyecto de la Archidiócesis de La Habana, y que supone una importantísima apuesta formativa, alternativa a la línea marxista-leninista que se sigue en cualquier universidad estatal.

El P. Luciano Borg cuenta cómo esto condiciona a los jóvenes que se acercan al instituto y que tienen una formación muy limitada en Filosofía y otros campos, especialmente en cuestiones relacionadas con la filosofía medieval, la ontología, o la relación entre fe y razón.

“Cuando les hablo de Dios me preocupa violentar su conciencia. Mi posición como profesor y a la vez sacerdote es un gran desafío y supone una enorme responsabilidad para mí. Intento crear una relación afectiva con ellos, que me permita acompañarles mientras dejan atrás una ideología que durante sesenta años les ha escondido a Dios y por lo tanto, a una parte de su ser”.

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