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Bendición de la nueva imagen de Santa Mónica, en la Iglesia de los Agustinos de Valladolid

El obispo Mons. Julián García, OSA, ha bendecido la nueva talla de Santa Mónica que puede verse en uno de los laterales, a la entrada de la Iglesia de los PP. Agustinos de Valladolid.

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La celebración tuvo lugar el pasado 27 de agosto después de la misa de 19:30 horas. Además del obispo y el Prior de la comunidad, el párroco y el vicario, también estuvieron presentes miembros de la comunidad parroquial y Antonio José Martínez, el imaginero madrileño autor de la nueva imagen de la madre de San Agustín, que ya puede venerarse en la Parroquia san Agustín de los agustinos de Valladolid.

Cada 27 de agosto la Iglesia recuerda la figura de Santa Mónica, madre de San Agustín. Repasamos cómo fue su vida.

Durante la Eucaristía, los asistentes se desplazaron a la entrada del templo, donde está colocada la escultura en una hornacina. Tras una monición explicativa que hizo el párroco, tomó la palabra el imaginero que ha elaborado la talla, Antonio José Martínez. Por último, el obispo bendijo e incensó la imagen, iluminada y con flores.

En su intervención A. J. Martínez, explicó que, debido a su ubicación concreta a la entrada del templo, ha optado por cambiar la iconografía tradicional de la santa, que suele aparecer en actitud de oración con la mirada hacia el cielo, por esta versión dialogante que interpela sin palabras: «Tendiendo su mano izquierda al fiel que ingresa en el templo y señalando con la derecha a lo alto, invitando a elevar la mirada a Dios. Como las grandes figuras femeninas de la historia de la lglesia, su rostro muestra preocupación, como si la persona que la contempla fuera otro Agustín por el que siente la necesidad de orar y enseñarle el tesoro de su fe'».

El artista explicó en su intervención que la imagen hace alusión, no a su vida terrena, sino más bien «a la Mónica bienaventurada» que con la misma dedicación y constancia sigue intercediendo por sus hijos espirituales. Sus ademanes vigorosos reflejan su carácter perseverante y su atuendo y ornamentación llevan al visitante a la época en que vivió, sin pretender por ello ser una obra historicista. «He hecho un notable esfuerzo tanto en el modelado como en la policromía de esta escultura para que no desmerezca un templo tan emblemático como en el que ya se encuentra -señaló el escultor-, pero sobre todo, para que sirva para la devoción y espiritualidad del pueblo cristiano».

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