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V Domingo de Cuaresma: ``Lo he glorificado y volveré a glorificarlo``

El Evangelio del domingo 21 de marzo nos habla de la vida que nace nueva tras la muerte, como el grano de trigo. Jesús nos pide que le reconozcamos en la entrega generosa de su vida.

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Y se sirven de la influencia de Felipe y Andrés para llegar hasta él. Siempre queriendo ver. Así somos también nosotros, como los griegos: queriendo ver.

Piden «ver». Uno, como que esperaría una respuesta de Jesús del estilo: “decidles que vengan”. pero Jesús les habla de “ser elevado y atraer hacia él”, de “la hora”, de “ser glorificado” y del “grano de trigo que cae en tierra y muere”. Piden ver y Jesús les hace escuchar esas cosas. Y también escuchan la voz del Padre que atestigua, que remacha las palabras de Jesús.

El Evangelio del V domingo de Cuaresma explica que después de la muerte y de la cruz los cristianos entendemos que hay un renacer a una vida nueva.

No nos equivoquemos. Puede que como los griegos estemos queriendo ver a ese Jesús que hace cosas tan extraordinarias, al Jesús triunfante, líder, milagrero y sanador. El Mesías triunfador. Justo antes de este episodio acaba de ser aclamado en su entrada a Jerusalén. Y no es así. Jesús no busca ese reconocimiento.

Eso es lo que hoy tenemos que escuchar: su glorificación es su cruz, la vida que nos propone es la que nace nueva tras la muerte como el grano de trigo. Nos pide que le reconozcamos en la entrega generosa de su vida. Ahí es donde podemos verle. Cuando elevado en la cruz, nos atraiga hacia él, cerca de la cruz. Y no podemos olvidarlo: estar de esa manera cerca de la cruz es participar de la cruz. Es vivir en la dinámica del grano de trigo que cae en tierra y muere para dar fruto.

Podemos mirar ya la cercanía de la Pascua aprovechando las muchísimas oportunidades que cada día nos brinda la vida para ser granos de trigo: la vida que se desgasta en la entrega por los demás. Quizás queremos verle pero es Él el que nos atrae. Desde la cruz. Ahí está la fecundidad.

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